martes, 21 de febrero de 2017

Jacopo Bassano


  Ultima Cena
c. 1542
  Giacomo da Ponte, también conocido como Jacopo Bassano (1515 - 1592)

 Galleria Borghese, Roma

¿Por qué suele haber un gato en las pinturas de la Última Cena?

En muchas pinturas, también medievales y renacentistas, el gato aparece sencillamente como un animal doméstico y tiene una función decorativa. En algún caso, sin embargo, puede asumir un significado simbólico, en particular en las representaciones de la Última Cena, y entonces representa el mal o el mismo demonio.
 
Esto se deduce del hecho de que se le coloca cerca de Judas, convirtiéndose así en imagen del diablo, que “Durante la Cena, el demonio ya había inspirado a Judas Iscariote, hijo de Simón, el propósito de entregarlo” (cfr. Juan 13,2).

Esto se ve, por ejemplo, en la pintura de Jacopo Bassano en la Galleria Borghese de Roma. Judas es reconocible porque tiene en la mano el saquito con los treinta denarios.  

(El perro se había convertido en la Edad Media en símbolo de fidelidad, y por tanto es probable que el enfrentamiento con el gato aluda a la lucha entre el bien y el mal)

A diferencia de la elegante composición de figuras en el cuadro de Leonardo, que se inspira, esta escena dramática se caracteriza por los pescadores descalzos en el momento crucial, cuando Cristo pide que lo traicionará ya la luz pasa a través de un cristal de mancha de vino del mantel rojo blanco. La reciente restauración acaba de revelar los colores originales extraordinarios, que fueron cubiertos y mitigados en el siglo XIX, cuando el verde esmeralda y rosa y naranja iridiscente no estaban de moda.

Jesús anuncia que uno de los suyos le traicionará, pero el espectador no capta la importancia del momento y su mirada vaga por esos detalles incongruentes, poco devocionales y hasta anacrónicos como el discípulo amada completamente dormido, la cabeza del cordero, el gato, el perro, los amenazantes cuchillos, los pies bajo la mesa... Era 1546 ( o cerca), Trento no acababa de materializarse y Bassano parece oscilar de un lúdico manierismo a un desenfadado protobarroco.

 


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